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Desviación en la Oscuridad

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Desviación en la Oscuridad Por Stuart McMillen
A principios de la década de 1970, unos estudiantes universitarios participaron en un insólito experimento conductual. Ocho voluntarios –cuatro hombres y cuatro mujeres- fueron confinados en un cuarto oscuro y acolchado durante 60 minutos.
Los investigadores se preguntaban cómo se comportarían los extraños en una situación totalmente anónima, libre de normas sociales y sin capacidad de verse unos a otros. A lo largo del experimento, los investigadores grababan secretamente a los participantes -escuchando sus conversaciones y observando su conducta.
Los hallazgos fueron tan intrigantes que el experimento se ganó el apodo “Desviación en la oscuridad”. Vamos a retroceder la cinta, para describir cómo llegaron los estudiantes al cuarto ennegrecido.
A principios de la década de 1970, los psicólogos Ken Gergen y Mary Gergen comenzaron a repartir volantes en Swarthmore College, Pennsylvania. El equipo de investigadores integrado por el matrimonio pegó sus avisos poco descriptivos en carteleras a lo largo del campus. … y esperaron a que los voluntarios les contactaran.
Atraídos por un pequeño pago en efectivo, docenas de voluntarios contactaron a los Gergen para participar en el experimento. Las citas fueron agendadas. Los participantes fueron instruidos para encontrarse a solas en un cierto salón de la facultad a una hora determinada. Los participantes llenaron un cuestionario durante 20 minutos, solos en un salón vacío.
Uno a uno, Ken Gergen visitó a los participantes y les pidió que se quitaran sus zapatos y se despojaran del contenido de sus bolsillos. Les pidió seguirlo a lo largo de un pasillo.
En el trayecto, el Profesor Gergen les advirtió que él estaba llevándolos a un cuarto totalmente oscuro. Les advirtió que permanecerían en el cuarto por 60 minutos...
… que habría otras personas en el cuarto con ellos y que no había reglas ni instrucciones acerca de lo deberían hacer unos con otros en el cuarto. Gergen dijo que cada participante sería guiado fuera del cuarto de a uno, luego de 60 minutos. Terminó por afirmar que no habría ninguna oportunidad de que los participantes se conocieran luego de terminar el experimento.
Así, cada estudiante fue conducido a través de una serie de compuertas hasta un cuarto oscuro como un pozo, excepto por una pequeña luz roja del tamaño de un alfiler, sobre la salida de emergencia.
Ken Gergen repitió este proceso siete veces hasta que el cuarto oscuro albergó a 8 estudiantes: 4 hombres y 4 mujeres.
Ken se reunió con su esposa en un cuarto adyacente.
Fueron capaces de ver y escuchar a los participantes a través de una cámara infrarroja y un micrófono que habían instalado en el techo del cuarto.
“¿Hay alguien más aquí?” era la pregunta típica luego que el profesor Gergen dejaba al estudiante en el cuarto. “Deposited into the room” = “walked into the room”, “led into the room”, “taken into the room”, etc.
La oscuridad absoluta era totalmente desorientadora. Los participantes se sintieron sin nombre y sin cara. Invisibles y anónimos en la oscuridad. Los participantes se comunicaron entre sí y averiguaron que el cuarto tenía 3 metros de largo por 3,6 metros de ancho. Similar en tamaño a un ascensor de carga, pero con paredes acolchadas.
Los Gergens hicieron lo que pudieron para aislar a los participantes de las normas sociales cotidianas. Los participantes tuvieron una oportunidad para ser libres de las reglas informales de la conducta cotidiana. Si ellos querían, podrían hacer cualquier cosa en este cuarto, seguros de que nunca jamás volverían a encontrarse con estas otras siete personas.
Entonces, ¿actuarían según las normas sociales cotidianas? ¿O inventarían nuevas formas de comportarse dentro del cuarto oscuro?
Sin el conocimiento de los participantes, los Gergens estaban realizando un segundo experimento paralelo con otro grupo de estudiantes. Otro grupo de estudiantes fue reclutado a través del mismo boletín de anuncios de la universidad.
Todos los participantes fueron llevados a través del mismo proceso de encontrarse en un salón de la facultad, y fueron llevados sin zapatos a un cuarto acolchado. Este segundo grupo de participantes había sido aleatoriamente asignado a un cuarto experimental que se diferenciaba en una única manera.
El primer grupo de estudiantes fue puesto en un cuarto oscuro por 60 minutos.
Y el segundo grupo de estudiantes fue puesto en un cuarto iluminado por 60 minutos. Los Gergen activaron los cronómetros y observaron.
Ken y Mary Gergen notaron claras diferencias en la conducta de los estudiantes en cada cuarto. En el salón iluminado, los participantes se la pasaban charlando.
Su conversación estable y focalizada duró por la hora entera. Los participantes del cuarto iluminado estaban más interesados por conocer la identidad de los otros participantes, y por contarle a sus compañeros de cuarto quienes eran ellos.
Los participantes del salón oscuro estaban menos ansiosos por saber quiénes eran sus compañeros o por ser conocidos por ellos. Ellos estaban más interesados en ser anónimos con sus compañeros de cuarto. Los participantes hablaban unos a otros en la oscuridad pero las conversaciones se desvanecieron notablemente después de los primeros 30 minutos.
La discusión se fue silenciando, se tornó desarticulada y vacilante luego del periodo inicial de charla animada. Hubo períodos de “silencio ensordecedor”, notados por Ken y Mary Gergen. Pero mientras la actividad verbal disminuía en el cuarto oscuro, los participantes estaban activos de otras maneras.
En el cuarto iluminado, los participantes se sentaron al inicio del experimento y permanecieron sentados en el mismo sitio. Mantuvieron su distancia unos de otros. Casi siempre a más de un metro. Esencialmente, se sentaron en un amplio círculo y hablaron por una hora entera.
En contraste, en el cuarto oscuro había un núcleo de actividad diversa. Los participantes del cuarto oscuro se movieron alrededor fluidamente durante todo el experimento usualmente gateando en manos y rodillas para recorrer la absoluta oscuridad.
Sólo el 5% de los participantes en el cuarto iluminado se tocaron accidentalmente unos a otros durante la sesión. En contraste, todos los participantes se tocaron accidentalmente unos a otros durante la sesión. Pero esa fue sólo la punta del iceberg.
Los participantes del cuarto oscuro fueron mucho más allá de tocarse unos a otros accidentalmente. Comenzaron a tocarse unos a otros intencionalmente. Casi ninguno de los participantes del cuarto luminoso tocó a otro a propósito. Por otro lado, casi el 90% de los participantes del cuarto oscuro se tocaron unos a otros a propósito.
Los Gergen observaron como estos individuos seleccionados aleatoriamente actuaron de maneras ampliamente diferentes...
… basadas puramente en la presencia o ausencia de lámparas eléctricas en sus respectivos cuartos.
Mientras que los participantes del cuarto iluminado permanecían a la distancia de un brazo unos de otros casi el 50% de los participantes del cuarto oscuro abrazaron a otra persona durante el experimento.
Solo el 30% de los sujetos del cuarto iluminado admitieron sentir excitación sexual durante el experimento. Casi el 80% de los sujetos del cuarto oscuro dijeron que sintieron excitación sexual durante el experimento.
La intimidad física entre los participantes en el cuarto iluminado estuvo lejos de ocurrir. En cambio, la intimidad entre extraños era común en el cuarto oscuro.
En la oscuridad, la mayoría de los participantes se tomaron de las manos…se tocaron el cuerpo unos a otros…se tocaron las caras unos a otros… y se besaron unos a otros durante el experimento.
Las apariencias físicas y corporales no importaron para nada en una oscuridad tan intensa como la tinta. Las palabras y el contacto físico fueron las herramientas de comunicación que quedaron disponibles. Fue un intercambio fluido de experiencia, emoción y sentimientos entre extraños.
La mayoría de la actividad física ocurrió en los 30 minutos finales de la sesión de una hora. En efecto, esta fue una razón para que la conversación se apagara en la segunda mitad de la sesión en el cuarto oscuro.
Ken Gergen entró en el cuarto después de 60 minutos y comenzó a sacar uno a uno a cada participante.
Luego fueron llevados a salones separados para llenar un cuestionario post experimento. Tal cual lo prometido, no fueron presentados a otros participantes después de concluir el experimento. Anónimamente, todos se fueron por vías separadas.
Ken y Mary Gergen realizaron estos experimentos en múltiples ocasiones, con diferentes grupos escogidos aleatoriamente. Hubo tres experimentos de cuarto iluminado y seis experimentos de cuarto oscuro.
Invariablemente, Ken Gergen sintió como si estuviera interrumpiendo a los participantes del cuarto oscuro durante un estado emocional y físico de gran intensidad. Se preguntó qué pasaría si los participantes fueran dejados en el cuarto por más de 60 minutos. Ken y Mary planearon experimentos adicionales que podrían explorar más profundamente los secretos de la oscuridad. Ejecutaron dos experimentos adicionales de cuarto oscuro, repitiendo cada nuevo experimento tres veces.
Repetición Nº1: Primero, repitieron el experimento inicial de 60 minutos, pero extendieron el período de tiempo a un total de 90 minutos. Los Gergen encontraron que las experiencias de los participantes fueron siempre más intensas, en la mayoría de las variables experimentales.
Durante los 30 minutos adicionales, los participantes se volvieron incluso más abiertos unos con otros, con conversaciones acerca de temas importantes y profundos. Interesantemente, menos participantes reportaron sentirse “aburridos” en las sesiones de 90 minutos, comparados con las sesiones de 60 minutos.
Repetición Nº2: La segunda repetición del experimento fue casi idéntica a la primera repetición. Pero hubo un giro sutil. Esta vez, en lugar de haberles dicho que ellos nunca volverían a ver a los demás participantes en pleno día se les dijo explícitamente que serían presentados a sus compañeros de cuarto después de que el experimento hubiera acabado.
Esta fue una pequeña pero importante diferencia entre la primera y la segunda repetición. El giro afectó notablemente la conducta de los compañeros de cuarto. Los participantes en estas tres sesiones de cuarto oscuro se cerraron a sí mismos en formas que recordaban la conducta de los participantes del cuarto iluminado.
Los estudiantes fueron más reacios a explorar el cuarto, y más inclinados a quedarse sentados en el mismo lugar a lo largo del experimento. Estuvieron menos dispuestos a presentarse unos a otros. Menos proclives a tocarse. Menos dispuestos a abrazarse. Fueron menos dados a sentirse “cerca” de los otros participantes y más proclives a sentirse aburridos.
Los participantes de los primeros experimentos, a quienes se les prometió anonimato total y permanente, fueron más abiertos con los otros en la oscuridad. Se habían abrazado física y emocionalmente durante el experimento. En efecto, los participantes de los experimentos originales de cuarto oscuro, reportaron disfrutar muy profundamente su experiencia y que querían volver a hacerlo, sin paga.
En contraste, los participantes en las repeticiones finales, que aguardaban el “gran descubrimiento” después de 90 minutos, mantuvieron su distancia emocional durante el experimento. Ellos se portaron como si las luces estuvieran encendidas, aparentemente constreñidos por la camisa de fuerza de los patrones de la conducta social. Durante el anonimato temporal en la oscuridad, ellos recordaron que el escrutinio iluminado por las normas sociales acechaba a la vuelta de la esquina.
Los resultados de Desviación en la Oscuridad diferían de otros estudios psicológicos infames, como el experimento de la descarga eléctrica de Milgram, o el experimento de Zimbardo en la prisión de Stamford en los que extraños anónimos habían lastimado o humillado otros participantes del experimento.
Aquellos primeros experimentos habían seleccionado situaciones donde personas anónimas se lastimaban unas a otras. El experimento de los Gergen había seleccionado una situación donde gente anónima se abrazaba una a otra.
El anonimato puede utilizarse en ambos sentidos. Nos puede permitir ser brutales, o puede permitirnos ser bondadosos. En el caso de Desviación en la Oscuridad, los participantes del cuarto oscuro se despojaron de sus normas sociales y las reemplazaron con normas improvisadas basadas en el respeto y el afecto.
Ken Gergen y Mary Gergen sintieron que la intimidad es una condición natural que los humanos quieren sentir pero nuestras tradiciones sociales nos mantienen a un brazo de distancia unos de otros.
Desviación en la Oscuridad fue un experimento conducido en estudiantes de una nacionalidad determinada (estadounidenses), de un cierto grupo etario (18 a 25 años) durante una era cultural específica (década de los 1970s). También fue conducido en un lugar seguro bajo supervisión remota. Los participantes sabían que podían salir del cuarto si fuera necesario. Los resultados, por lo tanto, no pueden ser extrapolados a toda la población humana. Pero sigue siendo un caso de estudio fascinante, con resultados distintos.
Ken y Mary Gergen apagaron las luces y los estudiantes encendieron su intimidad. En sólo 60 o 90 minutos, los participantes del cuarto oscuro encontraron una conexión emocional que la mayoría de conocidos nunca alcanzarían, incluso después de años de compañía.
Irónicamente, fueron los participantes en el cuarto iluminado quienes permanecieron ciegos al potencial que se asentaba frente a ellos. Una variable lo cambió todo.
Apaguemos las luces.

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